Al día siguiente de la visita a la Matea quedamos a las ocho de la mañana para partir hacia El Sabinar, donde nos encontramos con el resto del grupo que asistía a la visita de la sima de la Serrata.
Acompañados por dos técnicos de la FERM, a las diez y media aparcamos los coches junto al bloque de piedra y la sabina que, en el camino de tierra que dirige a la cumbre de la Serrata, sirven de referencia para localizar la entrada a la sima.
Una vez equipados saltamos una pequeña valla y a unos 15 metros a la izquierda encontramos la cantera donde se abrió una boca para facilitar el acceso al interior de la cavidad. Antes de esta pueden verse claramente las dos bocas naturales que han quedado parcialmente obstruidas por los trabajos y voladuras de la cantera.
El acceso a la sima es bastante cómodo, a través de un pasadizo de no más de un metro de altura en el que la cantidad de heces depositadas en el suelo denota que sirve de refugio para las cabras. En los primeros metros de las galerías pueden observarse restos de lo que en su día fueron espeleotemas, ahora completamente destrozados. Solo unos incipientes muñones en el techo nos hacen imaginar que en otra época este recorrido estuvo profusa y bellamente decorado por numerosas formaciones.
La altura de estas primeras galerías varía de los sesenta centímetros a un metro noventa, donde nos encontramos la primera vertical de la sima. Puede verse que toda la instalación está en muy buenas condiciones, a base de parabols de acero inoxidable.
Tras el primer rapel de unos 4 metros empezamos a encontrar estalactitas y banderas. Continuamos caminando hasta una repisa, y de ahí hasta un pequeño pozo de 10 metros. La base de este pozo es una sala con bloques y un cono de derrubios, posiblemente desprendidos por los trabajos de la cantera en el exterior. Parte de sus paredes están tapizadas con coladas estalagmíticas de colores rojizos y marrones, posiblemente por materiales férreos en disolución.
Al proseguir nuestro descenso nos encontramos con un destrepe de metro y medio. Tras superarlo y anclarnos al pasamanos instalado previamente por Belchí, podemos observar que el destrepe anterior es en realidad un muro construido. Bajamos otros dos metros, donde llegamos a una larga repisa que sirve de apoyo para realizar el siguiente fraccionamiento: la vista de la sima desde esta perspectiva es espectacular. A la izquierda, una columna de cuatro metros. Hacia abajo, una caída de veinte y la luz lejana de los frontales de los compañeros. De frente, una gran bandera que preside el centro de la diaclasa.
La diaclasa de esta cavidad presenta un amplio recorrido a derecha e izquierda en el que los anchos varían desde los cinco metros a poco más de uno. Está forrada de coladas y presenta diversos espeleotemas como estalactitas, estalagmitas, cortinas, banderas, garbanzos y pequeñas excéntricas.
En la vertical del pozo se abre un pequeño paso que pudimos desobstruir quitando algunas rocas soldadas por concreciones de calcita, lo que nos permitió bajar unos diez metros más. Sin embargo, en su fondo sigue estando bloqueado el paso ya que la caída de rocas y otros tipos de materiales de las salas superiores ha creado un pequeño cono de derrubios.
En la parte superior de la galería, el goteo es constante en cualquier época del año, las coladas de colores rojizos lo recubren todo, los materiales que se han ido depositando con el tiempo se han quedado soldados al suelo, estando en la misma posición que en el momento que se depositaron en ese lugar.
A las tres de la tarde, con todos los participantes fuera de la sima, nos dirigimos a un bar de la población de El Sabinar donde la actividad prosiguió hasta bien entrada la tarde.
Con puntualidad británica, a las 9 de la mañana del sábado 13 de junio los 10 asistentes a la quinta visita del proyecto se reunieron en un bar de la localidad de Alhama de Murcia. Tras desayunar en el establecimiento y la reagrupación en varios coches, pusimos rumbo a la cueva de la Matea.
Media hora después llegamos al lugar donde se aparcan los vehículos para comenzar la bonita aproximación hasta la cavidad ascendiendo el llamado barranco Intermitente. Tras un recorrido de 40 minutos y casi 100 metros de desnivel positivo nos situamos en la boca de la sima, donde los dos técnicos procedieron a la instalación de un pasamanos de unos 30 metros de recorrido fraccionado en 7 partes y una escala en la parte más vertical para ayudar en la bajada y subida.
Una vez reagrupados abajo comenzamos un recorrido laberíntico por las distintas salas de la cavidad observando sus bonitas formaciones, algo deterioradas por la acción de visitantes inexpertos. Durante el recorrido pudimos disfrutar de bonitos corales, coladas e impresionantes columnas.
Al llegar a la sala grande se planteó hacer dos grupos, cada uno de ellos liderado por uno de los técnicos de la actividad. Mientras el primero de ellos, compuesto por seis personas, decidió permanecer en la gran sala, el segundo grupo se adentró hasta la parte final de la cueva a través de estrechos y encajonados pasos.
Lo que pudimos observar a partir de ahí fue una auténtica maravilla. Cada pequeño paso daba acceso a una preciosa sala absolutamente colmada de formaciones y espeleotemas. Dos pequeñas salas brillantes y coloridas en las que disfrutamos, entre risas y un sin fin de fotos, de centenares de estalactitas, imponentes columnas, preciosos corales y un gour colgado inundado sobre cuya agua se reflejaba la majestuosidad del entorno.
Más de una hora y de decenas de repeticiones y llamadas de atención le costó a Carlos Munuera sacarnos de allí. Mientras, los compañeros del otro grupo nos esperaban a la sombra de los árboles junto a la boca de la Matea.
No podemos más que agradecer a Carlos el habernos brindado la oportunidad de contemplar semejante maravilla.
La actividad concluyó, para variar, entre risas y cervezas en el mismo bar donde había dado comienzo.
De origen tectónico, en la sima del Zorro de Aledo pueden observarse grandes coladas estalagmíticas que cubren las paredes, cortinas y zonas con formaciones de garbanzos.
La tercera visita del proyecto reunió de nuevo a ocho espeleólogos y dos técnicos de la FERM que el sábado 6 de junio descendieron los casi 40 metros de desnivel que separan la diaclasa de la boca de esta sima.
Las buenas condiciones de la instalación permitieron una rápida entrada de los espeleólogos, que únicamente necesitaron dos cuerdas de 20 metros para superar los dos pozos que configuran esta cavidad. Además, dispone de una cuerda fija para pasar el resalte de unos 4 metros presente en la diaclasa a 50 metros de la vertical.
El Zorro es una sima, aunque pequeña, muy completa técnicamente gracias a los pasos intrincados y las dos verticales. Además, presenta una gran profusión de espeleotemas que les entretuvieron hasta las tres de la tarde. La actividad, como de costumbre, concluyó dos horas después en un bar de la localidad.
Todos los participantes comentaron reiteradamente que la cavidad les pareció increíble pese a sus dimensiones. Su evaluación global fue muy positiva con un comentario generalizado: este tipo de actividades deberían organizarse con cierta asiduidad pues la mayoría de espeleólogos conocen las cavidades cercanas a su población y las grandes cavidades de la Región, pasando por alto las pequeñas maravillas de otros municipios.
Sobre las 11 de la mañana del domingo 7 de junio los diez participantes de la cuarta visita del proyecto comenzaron a entrar en la cavidad, equipados con el material de progresión vertical.
Acompañados por dos técnicos de la FERM los espeleólogos se aproximaron a la boca de la sima, a través del túnel de acceso a la mina, situada a mitad de la excavación.
Tras descender los 22 metros de profundidad del primer pozo y pasar el desviador instalado por Ignacio para evitar el roce de la cuerda, los participantes siguieron el recorrido de la cavidad hasta llegar al segundo pozo de 10 metros de desnivel para alcanzar la zona de mayor profundidad de la sima (unos 50 metros).
Una vez allí pudieron observar las diferentes formaciones de la cavidad. Cuando todos los participantes habían bajado al fondo de la sima comenzaron a subir en el mismo orden de bajada, saliendo de la cavidad sobre las 14:30h.
Recogido el material y cargado en los vehículos la actividad continuó en el Salto del Usero. Tras un breve baño en sus aguas cristalinas se desplazaron a un bar de la localidad donde comieron y rellenaron la evaluación de la actividad con valoraciones todas ellas muy positivas.
Sobre las seis de la tarde los participantes pusieron rumbo a sus domicilios, dando por terminada la actividad.
El domingo 31 de mayo tuvo lugar la segunda visita guiada del proyecto. Con nivel de dificultad III, que implicaba un obligado conocimiento en técnicas verticales de espeleología, asistieron 8 espeleólogos federados acompañados por dos técnicos de la Federación.
Tras una aproximación de 30 minutos por un camino de tierra estrecho y en muy mal estado, los participantes llegaron a la pequeña boca de esta sima. Una vez reinstalada por seguridad la cabecera del pozo y descender los diez metros que lo separa de la base se visitó la diaclasa, zona conocida de la cavidad y completamente destrozada, con formaciones rotas y esparcidas por la superficie.
Posteriormente se accedió, a través de un pequeño paso, a la zona menos frecuentada de la sima, donde contrasta el espectáculo de formaciones que puede observarse: estalagmitas, estalactitas y columnas completamente intactas. Los participantes disfrutaron a lo largo de los 70 metros de recorrido de esta cantidad de espeleotemas antes de acceder al fondo de la sima, al que se llega por la diaclasa sin necesidad de cuerdas.
Después de cuatro horas de visita, un desnivel de -62 metros y 200 metros de recorrido, los diez participantes salieron de la sima terminando la actividad en un bar del centro de Bullas.
La valoración global de la visita fue muy positiva, sugiriendo el fomento de este tipo de actividades como una forma de desarrollo de las zonas rurales.