Cuevas de Murcia ha organizado unas Jornadas de Topografía Digital cuyo objetivo es dar a conocer las técnicas de topografía digital disponibles en la actualidad y la representación gráfica de las cavidades, así como presentar y mostrar el funcionamiento de los programas y aparatos necesarios para su realización.
Se adjunta convocatoria y ficha de inscripción de las Jornadas que tendrán lugar los días 28 y 29 de mayo en la Cueva del Puerto (Calasparra).
Las Jornadas están dirigidas a espeleólogos ya iniciados en topografía. Para inscribirse hay que tener unos conocimientos básicos de elaboración de topografías de cavidades con clinómetro y brújula.
Está financiada para federados en la FERM, y para federados externos tiene una cuota de inscripción de 60 €. Las inscripciones se cerrarán por riguroso orden de llegada (completamente cumplimentadas).
La última de las visitas del proyecto se reservó para un gran ejemplo de cueva hipogénica de la Región: la Cueva del Agua-Talayón, situada en la sierra de la Almenara de Lorca.
El gran interés suscitado por esta cueva, reflejado en el gran número de solicitudes recibidas, nos llevó a modificar el planning inicialmente establecido y organizar dos grupos de diez personas para visitar la cavidad, acompañados cada uno de ellos por dos técnicos de la FERM.
Hasta la década de los ochenta esta cueva estuvo en gran parte cubierta de agua, sirviendo hasta entonces como fuente de abastecimiento para los pocos habitantes de la zona y la agricultura de subsistencia. Desde finales de los ochenta, sin embargo, la intensificación de los cultivos ha provocado una extracción de agua tan acelerada que se ha vaciado por completo el acuífero, dejando únicamente unos resquicios de lo que un día fue en forma de charcas o pequeños lagos colgados en su interior.
La cueva del agua presenta claros ejemplos de formaciones hipogénicas. Sin embargo, la presencia en la cueva de otros elementos de origen epigénico hace constatar que este acuífero ha sufrido fluctuaciones también en otros tiempos. Su desvinculación del acuífero durante un largo periodo de tiempo queda patente en algunos espeleotemas aéreos presentes en la cavidad derivados de procesos vinculados a la acción de las aguas de superficie. Es el caso de algunas estalactitas y banderas que debieron formarse en épocas en las que el nivel del agua bajó para posteriormente volver a inundarse dejando, además, marcas visibles en estas formaciones.
Extraños y llamativos ejemplos de todo tipo de formaciones hipogénicas, epigénicas y mixtas dotan a esta cavidad de un encanto especial del que pudieron disfrutar los veinte participantes que el sábado 27 de junio asistieron a la última de las visitas guiadas del proyecto.
Todos ellos fueron equipados con arneses y bagas de seguridad para superar de forma segura los no más de tres pasos complicados que presenta la cueva del agua. Durante el recorrido de más de tres horas por su sistema laberíntico de galerías observaron entusiasmados las distintas formaciones, muy atentos a las explicaciones de los técnicos.
Se hizo especial mención a diversos espeleotemas mixtos como los canales de disolución formados en condiciones freáticas sobre un conjunto de estalacticas aéreas, y otros espeleotemas como conos, calcita flotante, leche de luna o moonmilk, cristales, excéntricas y dientes de perro. Una vez alcanzada la sala superior a la que se accedió a través de una ventana, los visitantes quedaron sorprendidos con la gran cantidad y morfología de los micro-gours, corales y cristales pendientes del techo de la sala.
A partir de ahí se inició la salida de la cavidad en un clima de alegría generalizado y, sobre todo, de satisfacción de algunos de ellos que acababan de descubrir que, lejos a lo que hasta entonces imaginaban, la espeleología puede ser una práctica no sólo segura, sino también completamente enriquecedora.
Diez personas participamos en la octava visita del proyecto a esta mítica cavidad de la localidad de Caravaca de la Cruz. Situada al noroeste de esta población y a unos 1.200 metros sobre el nivel del mar, la cueva es protagonista de diversas leyendas y relatos. Se ha planteado en ocasiones su posible utilización como cueva-santuario durante el periodo ibérico debido al tipo de decoración existente en los restos de cerámicas hallados en ella.
Aunque poco visitada por espeleólogos en los últimos tiempos, sigue siendo muy frecuentada por los jóvenes de la localidad. La innumerable cantidad de espeleotemas presentes en la cueva, sobre todo en forma de estalactitas, están en su mayoría rotos o cortados fruto de la terrible expoliación a la que fue sometida para la construcción de una fuente en la plaza del Arco, de la que existen varias referencias bibliográficas, pero de la que a día de hoy no se sabe nada. Una descripción del año 1800 de Sánchez Cisneros, primer explorador de la cavidad, se refería a ella como “una cueva impenetrable por la profusión y abundancia de espeleotemas”.
Sobre las 11 de la mañana y tras la aproximación a pie de los dos kilómetros que separaban los vehículos de la boca de la cavidad, comenzamos la visita a la Barquilla. Desde la boca se observan de frente dos aperturas. Penetramos por el hueco situado más a la derecha de la entrada que durante parte del siglo XX sirvió como redil de ganado.
Durante casi tres horas recorrimos los dos pisos que configuran esta cavidad. Visitamos las 5 salas del nivel superior, amplias en general, para descender después a las dos salas abiertas de la diaclasa del nivel inferior, situadas a unos 25 metros de desnivel respecto a la entrada. Tras observar cantidad de formaciones como estalactitas, estalagmitas, columnas y coladas, algunas de ellas de un espesor considerable, nos sorprendió encontrar al fondo de la cavidad y tras atravesar un estrecho pasillo un pequeño altar con la Cruz de Caravaca.
A partir de ahí comenzamos la salida hacia el exterior de la cueva, no sin antes visitar la última de las salas del piso superior de la que salimos por el segundo de los huecos que habíamos observado desde la boca a nuestra entrada.
La actividad concluyó definitivamente a las cuatro y media en un bar de la localidad, en el que nos repusimos del esfuerzo y rellenamos las evaluaciones y hoja de firmas de la jornada, y agradecimos a Alfonso y a Javi, responsables de la visita, tanto su participación en el proyecto como la información proporcionada sobre la cavidad.
Dentro de la iniciativa de las visitas guiadas a cavidades para el fomento del turismo espeleológico en las comarcas del noroeste no podía faltar la que se considera la mayor red espeleológica de la Región: la cueva del Puerto de Calasparra.
Con más de 5 kilómetros topografiados y un desnivel de 114 metros de profundidad, esta cueva se abrió a las visitas al público a finales de diciembre del pasado año con un recorrido visitable aproximado de 700 metros.
Desde la Federación organizamos dos visitas: una primera catalogada como nivel I, accesible a todos los públicos, iluminada y ambientada acústicamente; y la conocida como visita espeleológica, de nivel II, fuera de la zona abierta al turismo que en algunos tramos implicaba técnicas de descenso y ascenso por cuerda.
Los 23 participantes de los dos grupos, además de los 5 técnicos colaboradores, nos reunimos a las nueve de la mañana del domingo 21 de junio en el aparcamiento cercano al nuevo centro de visitantes. Tras explicar la actividad, repartir las equipaciones e informar sobre las normas de seguridad y comportamiento en el interior de la cavidad, nos aproximamos a pie a la nueva entrada turística, una de las tres bocas de la cueva.
Tras realizar un recorrido aproximado y conjunto de 45 minutos por la ruta turística hasta la sala Gaudí, el grupo II continuamos nuestra aventura por la nueva ruta deportiva. Tras superar un pequeño destrepe y una gatera llegamos a la zona conocida como "el laberinto", desde donde llegamos a la Sala de la Medusa: una sala de gran tamaño que se originó a partir de una grieta en la pared por donde fluyó el agua que dio lugar a la formación del gran disco que la preside.
Continuamos nuestro recorrido hasta la sala de las manos y de ahí a la sala de la colina, donde pudimos descansar unos minutos mientras los técnicos instalaban una cuerda y una escala para superar un desnivel de 6 metros. Ya en la galería del tobogán bajamos una rampa de 12 metros y nos introdujimos por un estrecho paso que nos condujo directamente a la Gran Diaclasa, una sala de grandes dimensiones producida por una grieta y zona más profunda de la cavidad.
Tras tres horas y media de recorrido comenzamos el regreso hacia la salida hasta la sala de la medusa, por donde accedimos de nuevo a la zona turística saliendo al exterior de la cavidad por el antiguo acceso de visitas. Una vez en la calle, un grupo reducido decidimos regresar de nuevo al fondo de la sala Gaudí para contemplar la llamada sala de las excéntricas.
La cueva del Puerto ofrece a lo largo de su recorrido una cantidad extraordinaria de formaciones grandiosas y espectaculares: estalactitas, estalagmitas, columnas, escudos, garbanzos, excéntricas, crestas... caracterizadas por una gran diversidad de colores. Esta cueva tiene abundantes morfologías de galerías y estructuras que responden a un origen freático. En un estadio posterior, la cueva continuó formándose bajo los depósitos de margas, momento en el que aparecieron las galerías principales. La tercera etapa pasó por la erosión de las margas mediante la circulación esporádica de agua que ya no llenaba las galerías, dando lugar a la formación de espeleotemas y la caída de bloques.
Este atractivo paisaje cautivó a la totalidad de visitantes, algunos de ellos niños y para la mayoría su primera experiencia espeleológica, que agradecieron reiteradas veces a la Federación de Espeleología la oportunidad que se les había brindado. Nuestro agradecimiento, sin embargo, es a todos y cada uno de ellos.
La sexta visita del proyecto fue realizada por espeleólogos del Centro de Estudios de la Naturaleza y el Mar (CENM).
Un total de diez personas bajaron el domingo 14 de junio los 72 metros de profundidad que separan la boca de esta espectacular sima de la Gran Diaclasa, zona poco conocida de esta cavidad. Antes habían visitado la sala de los Corales, donde disfrutaron de sus espectaculares espeleotemas.
Una hora y media después del descenso del último participante comenzó el ascenso de salida de la cavidad, dándola por terminada a las 3 de la tarde.